No hay duda que el cannabis ha llegado a todas las
comunidades y a todos los estratos sociales del país. Pero no fue hasta el 20
de abril (4/20) del 2011, cuando se realizó una manifestación pública que
congregó a una gran cantidad de personas consumidoras en la Plaza de la Democracia, en el centro de la capital Josefina. Denominada Celebración Pacífica del Día Mundial de la Marihuana en Costa Rica, la actividad transcurrió desde las 10:00 a.m. hasta la 1:00 p.m., hasta que un gran contingente de policías agredió y movilizó a la multitud de jóvenes que pacíficamente
tomaron la plaza y a escondidas fumaban un poquito de “weed”.

Estos jóvenes demandan un alto en la discriminación y la marginación
contra las personas usuarias de cannabis, partiendo del hecho que el consumo en Costa Rica no es un delito y denunciando el impacto negativo que tienen las políticas
represivas y violentas que hemos venido desarrollando como país. Pero también exponen que esta es una sustancia menos dañina que muchas otras (tanto lícitas como
ilícitas), y sobre todo, la posibilidad de llevar un uso responsable y no problemático.
“Nosotros le decimos a los consumidores
que es hora de salir del clóset cannábico, pelear por los derechos, que la
gente se dé cuenta que no son drogadictos. Hay médicos, abogados, arquitectos,
profesores, padres de familia que fuman marihuana”.
Cabe resaltar la falta de conocimiento de los funcionarios gubernamentales
sobre el tema, que aun no logran reconocer la existencia de una cultura cannábica
costarricense, con sus características particulares que la diferencian de los consumidores de otras sustancias; como se puede escuchar en varias canciones de artistas de reggae costarricese. Esto también denota la ausencia de una política coherente sobre drogas ilícitas, la cual debería fundamentarse en estrategias que han demostrado su efectividad a partir de evidencia científica y que estén basadas en un enfoque de derechos
humanos.